28 de abril de 2013
Excursión a Moncalvillo (San Agustín de Guadalix)
y El Grajal (Colmenar Viejo).
Acudimos todos puntuales a la cita en la Dehesa de Moncalvillo ya que teníamos muchas ganas de disfrutar del estupendo día primaveral.
Dejamos los coches en la amplia pradera rodeada de encinas que domina el Cerro San Pedro y pusimos rumbo con gran algarabía (había mucho público infantil) a la ermita de Navalazarza, situada en una colina desde la que se domina todo el extraordinario ecosistema adehesado de los alrededores, poblado por jabalíes, zorros, conejos, abejarucos, águilas...
Por el camino íbamos explicando a los niños como era posible que tan próximo a Madrid se conservara este paisaje adehesado tan espectacular, y llegamos a la conclusión que es debido a su aprovechamiento ganadero comunal en el que la gente no puede actuar en él por iniciativa propia....
Enseguida llegamos al arroyo de la Sima, unos antes, otros después, pues debido a la diferencia de edad de los niños, el pelotón iba un poco estirado. El cauce del arroyo estaba totalmente florido, pero donde cogimos pamplinas (Montia fontana), también llamada coruja o coruja y explicamos que en ensalada es exquisita y que sólo crece en aguas frías y limpias desde fines de Otoño hasta fines de Primavera, cuando comienza el calor. En la Sierra de Ávila, se dice que ya no se puede coger cuando se “acuca”, o sea, cuando comienza a cantar el cuco y a la planta le salen florecitas. Entonces pierde su ternura, se endurece, y es difícil su comestibilidad.
Seguimos caminando y llegamos a una fuente preparada para que el ganado abreve. Nos dio por levantar la tapa del registro que regula el caudal y....allí estaba el sapo partero al fresco. Pobre sapo, hizo las delicias de los niños y ...de los mayores. Tuvo que alucinar de todo el público que se le vino encima.
El camino era precioso con el pasto tan verde, las flores tan exuberantes y las bonitas encinas rodeándonos por todas partes. Llegamos a la ermita de Navalazarza, patrona de San Agustín de Guadalix, donde anualmente, el tercer domingo de mayo, se organiza una romería parta llevar a la Virgen y comer en el campo haciéndole los honores. Allí tomamos un refrigerio relajándonos desde lo alto de la colina con las bonitas vistas de Madrid.
Luego comenzamos a desandar el camino y el regreso fue muy diferente. La dehesa estaba llena de esparragueras y quien más y quien menos cogió su ramillete de espárragos trigueros para el revuelto. Los niños aprendieron a conocer la planta y todos buscaban como locos nuevas esparragueras y así llegamos al arroyo de la Sima donde, en una preciosa pradera verde, extendimos las mantas de picnic para comer a la orilla del agua.
Durante la sobremesa, las niñas se dedicaron a hacer coronas de margaritas y también asustamos un poco a las ranas que en esta época pueblan el arroyo.
Luego comenzamos a desandar el camino y el regreso fue muy diferente. La dehesa estaba llena de esparragueras y quien más y quien menos cogió su ramillete de espárragos trigueros para el revuelto. Los niños aprendieron a conocer la planta y todos buscaban como locos nuevas esparragueras y así llegamos al arroyo de la Sima donde, en una preciosa pradera verde, extendimos las mantas de picnic para comer a la orilla del agua.
Durante la sobremesa, las niñas se dedicaron a hacer coronas de margaritas y también asustamos un poco a las ranas que en esta época pueblan el arroyo.
Una vez comidos y descansados, emprendimos el viaje hacia el poblado del Grajal, un antiguo asentamiento hispanovisigodo próximo a Colmenar Viejo. El camino donde se dejan los coches es precioso, pues aparcas entre carrascos y enebros y vas bajando a un humedal con prados de hierba fresca, fresnos, endrinos...
Además de divertido el recorrido fue culturalmente interesante ya que íbamos viendo, a medida que nos acercábamos al asentamiento, cómo los ganaderos de Colmenar han ido utilizando las piedras del poblado para hacer las paredes de delimitación de las fincas . Así vimos una pequeña rueda de molino, algún dintel...pero , oh!! sorpresa, el poblado está en una finca privada y el propietario estaba en ella podando sus fresnos. Tras un intento de negociación, comprendimos que era imposible y que no nos iba a dejar pasar ya que tenía vacas recién paridas, así que, allí quedaron las tumbas visigodas excavadas en la roca y las piedras de los antiguos asentamientos para una mejor ocasión.
Además de divertido el recorrido fue culturalmente interesante ya que íbamos viendo, a medida que nos acercábamos al asentamiento, cómo los ganaderos de Colmenar han ido utilizando las piedras del poblado para hacer las paredes de delimitación de las fincas . Así vimos una pequeña rueda de molino, algún dintel...pero , oh!! sorpresa, el poblado está en una finca privada y el propietario estaba en ella podando sus fresnos. Tras un intento de negociación, comprendimos que era imposible y que no nos iba a dejar pasar ya que tenía vacas recién paridas, así que, allí quedaron las tumbas visigodas excavadas en la roca y las piedras de los antiguos asentamientos para una mejor ocasión.
Volvimos comentando la jugada, jugando con los renacuajos de las charcas y disfrutando tanto niños como mayores del soleado día de primavera que la naturaleza nos había regalado.
Rodrigo García
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