Familias que aprenden y disfrutan en la Naturaleza

PequeARBA es una sección de ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) cuyo objetivo es divulgar la importancia de los bosques a través de actividades educativas en familia. Fundamentalmente realizamos salidas desde Madrid a los diferentes paisajes forestales donde grandes y pequeños aprenden a reconocer las diferentes especies de árboles, sus adaptaciones al medio, los usos tradicionales y la importancia de conservarlos, disfrutando de una experiencia compartida en plena Naturaleza. En principio, las excursiones son mensuales y la asistencia es gratuita.

Puedes colaborar preparando tú mismo una ruta, participando en otras actividades de ARBA o haciéndote socio.

Más información en www.arba-s.org o contactando con nosotros en pequearba@gmail.com

martes, 30 de abril de 2013

28 de abril de 2013
 
 
Excursión a Moncalvillo (San Agustín de Guadalix)
y  El Grajal (Colmenar Viejo). 
 
  
     
Acudimos todos puntuales a la cita en la Dehesa de Moncalvillo ya que  teníamos muchas ganas de disfrutar del estupendo día primaveral.
Dejamos los coches en la amplia pradera rodeada de encinas que domina el Cerro San Pedro  y pusimos rumbo con gran algarabía (había mucho público infantil) a la ermita de Navalazarza, situada en una colina desde la que se domina todo el extraordinario ecosistema adehesado de los alrededores, poblado por jabalíes, zorros, conejos, abejarucos, águilas...



 
Por el camino íbamos explicando a los niños como era posible que tan próximo a Madrid se conservara este paisaje adehesado tan espectacular, y llegamos a la conclusión que es debido a su aprovechamiento ganadero comunal en el que la gente no puede actuar en él por iniciativa propia....
Enseguida llegamos  al arroyo de la Sima, unos antes, otros después, pues debido a la diferencia de edad de los niños, el pelotón iba un poco estirado. El cauce del arroyo estaba totalmente florido, pero donde cogimos pamplinas (Montia fontana), también llamada coruja o coruja y explicamos que en ensalada es exquisita y que sólo crece en aguas frías y limpias desde fines de Otoño hasta fines de Primavera, cuando comienza el calor. En la Sierra de Ávila, se dice que ya no se puede coger cuando se “acuca”, o sea, cuando comienza a cantar el cuco y a la planta le salen florecitas. Entonces pierde su ternura, se endurece, y es difícil su comestibilidad.
Seguimos caminando y llegamos  a una fuente preparada para que el ganado abreve. Nos dio por levantar la tapa del registro que regula el caudal y....allí estaba el sapo partero al fresco. Pobre sapo, hizo las delicias de los niños y ...de los mayores. Tuvo que alucinar de todo el público que se le vino encima.

 
El camino era precioso con el pasto tan verde, las flores tan exuberantes y las bonitas encinas rodeándonos por todas partes. Llegamos a la ermita de Navalazarza, patrona de San Agustín de Guadalix, donde anualmente, el tercer domingo de mayo, se organiza una romería parta llevar a la Virgen y comer en el campo haciéndole los honores. Allí tomamos un refrigerio relajándonos desde lo alto de la colina con las bonitas vistas de Madrid.


 Luego comenzamos a desandar el camino y el regreso fue muy diferente. La dehesa estaba llena de esparragueras y quien más y quien menos cogió su ramillete de espárragos trigueros para el revuelto. Los niños aprendieron a conocer la planta y todos buscaban como locos nuevas esparragueras y así llegamos al arroyo de la Sima donde, en una preciosa pradera verde, extendimos las mantas de picnic para comer a la orilla del agua.



 Durante la sobremesa, las niñas se dedicaron a hacer coronas de margaritas y también asustamos un poco a las ranas que en esta época pueblan el arroyo.

 
Una vez comidos y descansados, emprendimos el viaje hacia el poblado del Grajal, un antiguo asentamiento hispanovisigodo próximo a Colmenar Viejo. El camino donde se dejan los coches es precioso, pues aparcas entre carrascos y enebros y vas bajando a un humedal con prados de hierba fresca, fresnos, endrinos...



Además de divertido el recorrido fue culturalmente interesante ya que íbamos viendo, a medida que nos acercábamos al asentamiento, cómo los ganaderos de Colmenar han ido utilizando las piedras del poblado para hacer las paredes de delimitación de las fincas . Así vimos una  pequeña rueda de molino, algún dintel...pero , oh!! sorpresa, el poblado está en una finca privada y el propietario estaba en ella podando sus fresnos. Tras un intento de negociación, comprendimos que era imposible y que no nos iba a dejar pasar ya que tenía vacas recién  paridas, así que, allí quedaron las tumbas visigodas excavadas en la roca y las piedras de los antiguos asentamientos para una mejor ocasión.


 
Volvimos comentando la jugada, jugando con los renacuajos de las charcas y disfrutando tanto niños como mayores del soleado día de primavera que la naturaleza nos había regalado.
 
Rodrigo García

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